Húsavík, Islandia

Esa luz del norte




Húsavík es el punto más al norte de este planeta que he alcanzado nunca. Tiene una luz especial, de eso no hay duda. Es una pequeña ciudad al norte de Islandia, situada en la península de Tjörnes .


Husavik no es una zona de paso. Hay que ir expresamente allí porque su verdadero interés está en el avistamiento de ballenas. Es la ciudad europea donde más posibilidades hay de ver una ballena, o dos, o tres, o una familia entera, aunque he de confesar que tras 56 euros y tres horas de un movimiento imposible en la proa de un barco....no conseguí avistar ni una! Menudo mareo me pillé!

Húsavík está situada en el mar de Groenlandia, en la bahía Skjálfandi, a 90 km de la segunda ciudad más importante de Islandia, Akureyri.
Aquí la gente es sencilla, abierta. Sus 2500 habitantes se dedican a la pesca, al turismo y a vivir en paz.





Las primeras noticias que se tienen en relación a Húsavík vienen de la mano del vikingo sueco Gardar Svavarsson, alrededor del año 870. Gardar vivió unas décadas en la zona aunque el vikingo que descubre esta isla de hielo fue Naddoddr, sobre el 800.
Según cuenta la leyenda Svavarsson, casado con una mujer de las islas Hébridas, poseía tierras en Selandia, isla danesa. Durante un viaje a esa isla se vio envuelto en una gran tormenta que le condujo hasta el norte de Islandia. Pasó su primer invierno allí. La traducción de Húsavïk es "bahía de la casa" en relación a ese hecho.
Poco más se sabe de él excepto que su hijo "Uni el danés" emigró a Islandia






A Husavik llegué al atardecer justo cuando una débil bruma comenzaba a inundar el puerto. La luz del ocaso se iba filtrando por la incipiente neblina y eso me proporcionaba un placer inmenso. Estaba un poco aturdida porque es de esos momentos en que no sabes si disfrutarlo o inmortalizarlo para siempre con tu objetivo.








El agua era un puro espejo, ni una pizca de aire, el paisaje parecía tener la respiración contenida. Muy poca gente, apenas un par de pescadores recogiendo sus aparejos y algún turista disfrutando de aquel bendito sol de Agosto. Calma total.














Esa noche cenamos en un restaurante y nos atrevimos a probar frailecillo (puffin). Sí, ese pájaro tan mono de gran pico rojo que parece que tiene rimmel en las pestañas. Ese!! A mí me dio un sentimiento probarlo...pero había que hacerlo sí o sí (ya os cuento otro día a qué sabe la carne de tiburón....). La carne de frailecillo tiene el aspecto del pato y su sabor es muy parecido a la anchoa. Debe ser porque se alimenta de pescaditos, digo yo!




Éstos son.....mirad qué bonitos y graciosos...




Un brindis por un día redondo!!




A la mañana siguiente emprendimos nuestro viaje en busca de algún cetáceo despistado que quisiera alegrarnos más el día.




En Húsavik hay dos empresas dedicadas a llevarte de excursión a altamar para los avistamientos: Gentle Giants Whale Watching y North Sailing, ésta última es el operador original.  Nosotros cogimos un barco. La duración del trayecto es de unas tres horas y las explicaciones siempre son en inglés. A bordo nos dieron unos dulces y un chocolate que no pude ni oler de las arcadas que tuve todo el viaje. Aunque el día anterior se vieron ballenas en altamar, yo no tuve esa suerte. Eso sí, recomiendo encarecidamente el trayecto en una lancha motora. Es mucho más rápida y se mueve más velozmente y desde luego cuando las ballenas asoman el morro esas lanchas van apresuradamente a por ellas.




Nos comentaron los lugareños que unas 200 ballenas pasan allí el verano, en la bahía de Skjalfandi.




Aunque volvimos bastante decepcionados, las vistas constantes a las montañas nevadas de Kinnarfjöll bien merecieron la pena. Húsavík tiene una situación privilegiada, qué duda cabe.

















Rodeada de mar, de verdes praderas y de picos nevados. Es un lugar especial. Hay silencio y orden.








Espero haber podido transmitir mediante imágenes y mis relatos las sensaciones vividas durante las casi 24 horas maravillosas que pasé allí. Ese lugar tiene una luz especial y diferente y sobretodo durante el verano porque no se pone el sol.

Húsavík, otro amor al que me costó muchísimo decir adiós.



2 comentarios:

  1. ¡Una pasada las fotos! Me han entrado ganas de hacer memoria y recuperar para el blog aquel viaje de hace ya 5 años. ¡Gracias por compartir tanta belleza nórdica!

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    1. De nada!! Islandia ofrece y regala lugares tan bellos como éste a quien lo sepa apreciar. Un abrazo

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